19 de julio de 2010

Carta a un Interrail

Querido Interrail,

Recuerdo cuando hacíamos la cuenta atrás:

¡93 días!

¡84 días!

¡62 días!

¡41 días!

¡1 mes!

¡2 semanas!

¡3 días!

Y ahora sólo puedo decir.......

¡MAÑANA!

Mañana 7 desarrapados mochileros con la casa a cuestas cuan caracol perdido por el mundo, cogeremos las mochilas y nos iremos a ver mundo. Europa concretamente.

Volveré en 15 días. Prometo traeros nuevas entradas, experiencias, reflexiones, pensamientos, artículos, relatos, poemas, canciones, ....... para vosotros!

Cuidaos compañeros.

¡Hasta pronto!

Edurne (Edi)

Carta al tiempo

Querido Tiempo,

Para qué me voy a engañar, ya no sé ni en qué día vivo. Sí, he perdido la noción del tiempo. Entre dormir de día dos horas, no dormir durante dos días... Los fines de semana y los días entre semana se han fusionado y ahora no existe diferencia entre ambos.

Lo único de lo que sí sé es de que en unas 36 horas estaré de camino a mi viaje de Interrail por Europa. ¡Yuju! Recuerdo cuando hace 90 días hacíamos la cuenta atrás, ya hablábamos sobre si llevaríamos pijama largo o corto y alguna nos decía: "¡Si agún faltan casi tres meses!". Y ahora no quedan ni tres días.

Es increíble cómo pasa el tiempo. Pero aunque pase, sé que hago muchas cosas y voy recogiendo buenos recuerdos. Éstos días atrás he vivido momentos en los que me hubiese gustado que el reloj no corriese, pero sólo existe un final si yo considero que he finalizado algo.

Mañana... ¡día de nervios y últimos preparativos!

Edurne (Edi)

12 de julio de 2010

Carta a una contestación

Querida Contestación,

Soy de las que contestan a las cartas con otra carta, soy de las que aún escribe cartas. Os preguntaréis, ¿pero qué haces escribiendo cartas con 19 años? ¿Pues qué? Lo hago, aunque son menos de las que recibo, para qué engañarnos.

El otro día, esperando para entrar en el médico, decidí matar el tiempo de espera con una revista de las que había por allí. En las primeras páginas, había una sección dedicada a escribir cartas al director de la revista, y entre ellas se elegía una carta ganadora para obsequiarla con un regalo y además con mostrar su carta en un recuadro de otro color. Evidentemente, ésta llamó más mi atención.

Pero en qué momento lo hizo. No paré de leer más que frases que me hacían sentir ofendida. Ya sabéis que ofende quien puede y no quien quiere, pues este escritor pudo.

Se trataba de una carta en la que decía que las generaciones de hoy día hemos perdido los valores y costumbres de ir a una exposición, jugar al futbolín, leer un libro, una buena conversación, ir de excursión, hacer fotos para guardar el momento sino únicamente por hacer una foto bonita.... A veces me pregunto dónde me meto para no ser consciente de estas cosas.

Soy (como dice Tote King en su canción Conspiración) de esa generación que ya nació sin fe, que vivimos enfadados sin saber por qué. También soy de la generación que sabe que haga lo que haga, estudie lo que estudie, viaje a donde viaje, se esfuerce lo que se esfuerce, su futuro se verá en la empresa más grande de este país: El Paro. En ocasiones me siento culpable al pensar que mis padres hacen un esfuerzo por pagarme la universidad, aprender 5 idiomas, y un sin fin de cosas para poder apuntarlas en mi curriculum el día de mañana, porque ese día seré una Edurne sin ilusión. Tristemente, a ese curriculum quien más atención le prestará será el señor que le saque fotocopias. Al menos lo tengo aceptado, cuando termine la carrera, mi catedrática me dará una palmadita en la espalda y guiñándome un ojo me dirá: "¡Suerte en la vida!", y saludaré al mundo real como si estuviese desnuda, sin camino ni lugar a donde ir. Quizás una solución se encontraría entre estas palabras: sexo, política o religión. Pasapalabra.

Soy de la generación que se está tragando los errores de generaciones anteriores. Sí, señor de la carta de la revista, su generación sería felicisima, con amistades verdaderas de las que se mantenía el contacto día a día, jugando al futbolín o al billar, conversando con la puerta de casa abierta, leyendo libros de Los Cinco o Mortadelo y Filemón, Asterix y Obélix..., merendando sandwich de salchichón en el monte cada domingo tocando la guitarra, mirando por el objetivo de la cámara para inmortalizar los agradables encuentros navideños...

Pero su generación ha mandado a la mía al hoyo. Quizás no somos los más trabajadores, ni los más estudiosos, pero ello lleva a preguntarme, ¿por qué no lo somos? La típica respuesta sería: porque os lo hemos dado todo hecho. A parte de discrepar, no tenemos la culpa de eso. Pero vosotros sí tenéis la culpa de hacernos trabajar 10 horas al día por 1000€ al mes sin vacaciones. Eso si conseguimos trabajar, claro, y lo más importante es si trabajamos en lo nuestro.

Cuento con la ventaja de haber nacido en el boom de la tecnología. La mayor ventaja que veo en ello es el poder seguir en contacto con las viejas amistades y con quienes viven lejos. Yo lo veo como una suerte, no como un objeto de consumismo.

Siguiendo el hilo, quería decirle a ese señor que a pesar de tener 19 años he estudiado latín, me sé cuál es el participio pasado y lo mejor de todo es que sé que existe, leo a San Agustin, Nietzsche y Tagore, me sé la tabla de verbos, estudio y trabajo a la vez. También quería decirle que me encanta pasear por los parques de mi ciudad en bicicleta y comer sandwiches de atún sentada en el cesped, las partidas de billar intentando a imitar a los chinos sabelotodo de la mesa de al lado, leer 4 o 5 libros a la vez, reirme con Zipi y Zape, ver fotos de hace años y volver a reirme de esos momentos, charlar tomando un helado, deshojar margaritas, cantar viejas canciones de mi infancia, jugar al fresbee, bailar, leer revistas, escribir, escribir cartas, .....

Y oye, que soy de los 90.




Edurne (Edi)

9 de julio de 2010

Carta a una leyenda

Querida Leyenda,



Dice una preciosa leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y, en un determinado punto del viaje, discutieron. Uno de ellos, el ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME DIO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.

Siguieron adelante y llegaron a un oasis, donde determinaron bañarse. El que había sido abofeteado y ofendido comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo ofensor. Al recuperarse tomó una daga y escribió en una piedra:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.

Intrigado, el amigo preguntó:
─¿Por qué después que de que te ofendí, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?

Sonriendo, el otro amigo respondió:
─Cuando un buen amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo; sin embargo, cuando este buen amigo esté a nuestro lado, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde ningún viento del mundo podrá borrarlo.





Sin un segundo para actualizar como merece. Pero en un par de días sacaré tiempo para ello.
Edurne (Edi)

1 de julio de 2010

Carta a una Necesidad

Querida Necesidad,

Necesito de ti. No me engaño pensando que es normal requerir de alguien. No eres alguien, eres tú. Si no estás todo parece diferente, todo es peor. No respiro igual, ni me divierto tanto. Más aún, ni siquiera la vida me parece para tanto.

Cada instante resulta insulso, insípido, reiterativo, gris. Cuando estás a mi lado me encuentro más decidida, más fuerte, más comprensiva con los otros y más exigente conmigo misma. Me embellece tu compañía, crezco a tu lado. Todos lo notan, todos lo saben, todos lo comprueban. Soy en ocasiones agradable. Por ti, pero no sólo para ti. Ya no me imagino una vida intensa, comprometida, laboriosa, si no jugamos ni luchamos juntos.

No es que tu presencia me venga bien, es que sin ella no vivo. A tu lado me desvivo más por todo, y eso, me parece, paradójicamente, vivir. Y mis convicciones se confirman y esponjan y mi humor tiene sentido, y mi cuerpo se sobrelleva a sí mismo.

Y ya no busco excusas, sino razones. Me despierto cada mañana dispuesta a la tarea. Y no me asusta. Te necesito para no ser un lamento. Necesito de ti como sólo el amor necesita. No es que me hagas falta, es que deseo que me ocurra lo que me pasa, que sin ti me falta todo.





Es increíble cómo las cosas más sencillas y más insignificantes producen las sonrisas más grandes. Tengo acumuladas pequeñas grandes cosas que me han hecho muy feliz estos últimos días, me han hecho feliz en momentos tristes (despedidas).

[FOTO]: Un recorte de una foto grande que he encontrado mirando el baúl de los recuerdos de fotos. Creo que fue antes de un concierto... ¡qué tiempos!



Edurne (Edi)