31 de octubre de 2010

Carta Sin Razón

Querida Razón,

Hay decisiones que se toman por una razón. En cambio hay razones que no se justifican con ninguna decisión. Pero tú, haces que no encuentre la decisión acertada, haces incluso, que confunda cualquier razón.

Estando a tu lado todo cambia, o mejor dicho, si no estás a mi lado es cuando cambian las cosas. Me siento viva, nerviosa, y el corazón ya no bombea igual. Siento ganas de que estés bien, de que el mundo esté bien. Aunque sabes que si tú estás bien, el mundo también lo estará. También siento que yo debo estar bien, casi más para ti que para mí misma.

Soñar se confunde con la realidad, y dormir pasa a ser innecesario. Lo que escribo cobra sentido hasta cuando no me salen las palabras correctas. No encuentro palabras, pero de eso se trata. Todos saben que algo me ocurrre, todos lo notan, lo intuyen. Razón no les falta. Ni yo misma encuentro la decisión acertada.

Creo que debería tomar una decisión, aunque no encuentre ninguna razón para ello. No me decido, no razono entre qué es lo mejor o lo que es mucho mejor. Es una simple linea indecisa. Haces que viva en un sinvivir, aunque paradójicamente, ésto me parece vivir. Suena a que si tú no estás, no hay razón para decidir. Quizás sea eso.

No encuentro decisión. Tú haces que pierda la razón.

Edurne (Edi)

26 de octubre de 2010

Carta a un Joven Escritor

Querido Joven Escritor,


Pues sí, joven colega. Chico o chica. Pensaba en ti mientras tecleaba el artículo de la semana pasada. Recordé tus cartas escritas con amistad y respeto, el manuscrito inédito -quizá demasiado torpe o ingenuo, prematuro en todo caso- que me enviaste alguna vez. Recordé tu solicitud de consejo sobre cómo abordar la escritura. Cómo plantearte una novela seria. Tu justificada ambición de conseguir, algún día, que ese mundo complejo que tienes en la cabeza, hecho de libros leídos, de mirada inteligente, de imaginación y ensueños, se convierta en letra impresa y se multiplique en las vidas de otros, los lectores. Tus lectores.

Vaya por delante que no hay palabras mágicas. No hay truco que abra los escaparates de las librerías. Nada garantiza ver el fruto de tu esfuerzo, esa pasión donde te dejas la piel y la sangre, publicado algún día. Este mundo es así, y tales son las reglas. No hay otra receta que leer, escribir, corregir, tirar folios a la papelera y dedicarle horas, días, meses y años de trabajo duro -Oriana Fallacci me dijo en una ocasión que escribir mata más que las bombas-, sin que tampoco eso garantice nada. Escribir, publicar y que tus novelas sean leídas no depende sólo de eso. Cuenta el talento de cada cual. Y no todos lo tienen: no es lo mismo talento que vocación. Y el adiestramiento. Y la suerte. Hay magníficos escritores con mala suerte, y otros mediocres a quienes sonríe la fortuna. Los que publican en el momento adecuado, y los que no. También ésas son las reglas. Si no las asumes, no te metas. Recuerda algo: las prisas destruyeron a muchos escritores brillantes. Una novela prematura, incluso un éxito prematuro, pueden aniquilarte para siempre. Lo que distingue a un novelista es una mirada propia hacia el mundo y algo que contar sobre ello, así que procura vivir antes. No sólo en los libros o en la barra de un bar, sino afuera, en la vida. Espera a que ésta te deje huellas y cicatrices. A conocer las pasiones que mueven a los seres humanos, los salvan o los pierden. Escribe cuando tengas algo que contar. Tu juventud, tus estudios, tus amores tempranos, los conflictos con tus padres, no importan a nadie. Todos pasamos por ello alguna vez. Sabemos de qué va. Practica con eso, pero déjalo ahí. Sólo harás algo notable si eres un genio precoz, mas no corras el riesgo. Seguramente no es tu caso.

No seas ingenuo, pretencioso o imbécil: jamás escribas para otros escritores, ni sobre la imposibilidad de escribir una novela. Tampoco para los críticos de los suplementos literarios, ni para los amigos. Ni siquiera para un hipotético público futuro. Hazlo sólo si crees poder escribir el libro que a ti te gustaría leer y que nadie escribió nunca. Confía en tu talento, si lo tienes. Si dudas, empieza por reescribir los libros que amas; pero no imitando ni plagiando, sino a la luz de tu propia vida. Enriqueciéndolos con tu mirada original y única, si la tienes. En cualquier caso, no te enfades con quienes no aprecien tu trabajo; tal vez tus textos sean mediocres o poco originales. Ésas también son las reglas. Decía Robert Louis Stevenson que hay una plaga de escritores prescindibles, empeñados en publicar cosas que no interesan a nadie, y encima pretenden que la gente los lea y pague por ello.

Otra cosa. No pidas consejos. Unos te dirán exactamente lo que creen que deseas escuchar; y a otros, los sinceros, los apartarás de tu lado. Esta carrera de fondo se hace en solitario. Si a ciertas alturas no eres capaz de juzgar tú mismo, mal camino llevas. A ese punto sólo llegarás de una forma: leyendo mucho, intensamente. No cualquier cosa, sino todo lo que necesitas. Con lápiz para tomar notas, estudiando trucos narrativos -los hay nobles e innobles-, personajes, ambientes, descripciones, estructura, lenguaje. Ve a ello, aunque seas el más arrogante, con rigurosa humildad profesional. Interroga las novelas de los grandes maestros, los clásicos que lo hicieron como nunca podrás hacerlo tú, y saquea en ellos cuanto necesites, sin complejos ni remordimientos. Desde Homero hasta hoy, todos lo hicieron unos con otros. Y los buenos libros están ahí para eso, a disposición del audaz: son legítimo botín de guerra.

Decía Harold Acton que el verdadero escritor se distingue del aficionado en que aquél está siempre dispuesto a aceptar cuanto mejore su obra, sacrificando el ego a su oficio, mientras que el aficionado se considera perfecto. Y la palabra oficio no es casual. Aunque pueda haber arte en ello, escribir es sobre todo una dura artesanía. Territorio hostil, agotador, donde la musa, la inspiración, el momento de gloria o como quieras llamarlo, no sirve de nada cuando llega, si es que lo hace, y no te encuentra trabajando.


Autor: Arturo Pérez-Reverte


Edurne (Edi)

24 de octubre de 2010

Carta a una lluvia

Querida Lluvia,

Era un día cualquiera, y Sara se levantó de la cama y al mirarse al espejo se dio cuenta de que sólo tenía 3 pelos. Entonces pensó:
"Me haré una trenza".

Al día siguiente, cuando se levantó de la cama y se miró al espejo, descubrió que sólo tenía 2 pelos. Y pensó:
"Me haré la raya en medio".

Un día más tarde, al levantarse de la cama, se miró al espejo y vio que sólo tenía 1 pelo. Pensó:
"Hoy me haré una coleta."

A la mañana siguiente, cuando Sara se levantó de la cama y fue a mirarse en el espejo, vio que no tenía ningún pelo. Por lo que pensó:
"¡Qué bien! ¡Así hoy no tendré que peinarme!".


'La vida no se trata de cómo sobrevivir a una tempestad,
sino cómo bailar bajo la lluvia. "


Edurne (Edi)

13 de octubre de 2010

Carta Inédita

Querido Suceso Inédito,

Ésto no me había pasado nunca. Ni espero que vuelva a ocurrirme.
Una "sujeto" se me acercaba esta mañana y haciendo un esfuerzo-sobre-humano por comunicarse conmigo en mi lengua materna, me comentaba que es lectora habitual de mi blog. Hasta ahí bien, pero después me 'atacaba' con frases como:

- Ser escritor no es algo que se quiera ser, se es y punto.
- Querer escribir un libro es una fantasía infantil e inmadura.
- Que escribir un libro sea una de tus metas principales en la vida es triste.
- Leer y escribir no te llevará a ningún lado.
- Espabila y madura.

Ofende quien puede y no quien quiere, y desde luego alguien que no sabe ni escribir...
No tengo nada más que decir. ¡Ah! Sí, te escribiré exactamente lo único que te he contestado a la mañana. Me da igual que sea una subida de ego el decir lo que voy a decir, pero te lo dedico:

"Maja, acuérdate de mi nombre."

No le doy más vueltas a la entrada, le he dicho a esta "sujeto" suficiente.

Edurne (Edi)

10 de octubre de 2010

Carta a un sueño

Querido Sueño,

Esta noche he tenido unos sueños un poco extraños. Me he levantado con esta canción en la cabeza y no paro de escucharla y tararearla.

Tras un tiempo meditándolo y dándole vueltas a la idea, he encontrado 'la idea'. Ya tengo el proyecto. Ahora lo único que hace falta es tiempo. Seréis los primeros en saber de qué se trata, aunque un par de compañeras ya saben más o menos qué es eso de 'la idea'.

No sé por qué, pero por fin he sentido el empujón.
¡A escribir!
No es que haya sido gracias a un sueño, es que es un sueño.

Os dejo la canción. ¿Será por la parte de "Today is where your book begins"?



Edurne (Edi)

8 de octubre de 2010

Carta a un Poema

Querido Poema,

Hace unos 10 días, fui a la feria del libro que ponen cada año por mi barrio. Cómo no, como cada año, allí estoy yo. Este año se me encaprichó un libro de Ana María Matute (El verdadero final e la Bella Durmiente) y otro de Dostoievski (Noches Blancas). Éste último, estaba el primero sobre una pila de libros de la misma colección. Mi madre decidió comprar uno de Becquer, el siguiente bajo el de Dostoievski, y los siguientes en la pila eran de autores como Nabokov, Cervantes, Edgar Allan Poe, Mary Shelley, Jane Austen, Balzac, Goethe.... Cuando me decidí a pagar los dos libros (bueno, en realidad los pagó mi madre, yo sólo se los enseñé al tendero para que cobrase), éste amable sujeto quiso caerme en gracia y no tuvo mejor cosa que decir que:

"- Yo no conozco a ninguno de esos autores pero he oído que son conocidos. ¡Ah! Bueno, sí, conozco a Cervantes al menos."

Si alguien me hubiese clavado una daga en el corazón me hubiese hecho menos daño. ¡Cómo es posible! Entiendo que el mundo está lleno de incultos que jamás han leído un libro, pero de ahí a reconocer que ni si quiera le suenan esos autores... Más aún cuando el señor, era el propio tendero-librero que vive entre libros cuan bichito que se come las páginas dejando agujeritos en ellas. Por favor, ¿hay algo que duela más? Ante mi asombro y mi boca abierta que casi me desencaja la mandíbula, mi madre decidió pagar los libros y tirar de mi brazo para marcharnos. Lo único que fui capaz de decir en esos segundos fue: "Eh.. eh...".

Mi intención en la feria de libros de este año era encontrar algún libro de poesías de Sylvia Plath o Ted Hughes. Me pregunto si la depresión post-pregunta que hubiese tenido de haber preguntado si tenía algo sobre ellos me hubiese dejado estar ahora mismo aquí con vosotros escribiendo ésto. Así que no, no encontré nada sobre estos poetas, pero como digo, tampoco pregunté. Y menos mal, me hubiese quedado incluso sin onomatopeyas. ¡Ah! Bueno, que el hombre conocía a Cervantes al menos. Quizás debí haberle aplaudido por tal amplio conocimiento.

De cualquier modo, una vez superado el haberme encontrado con la persona más inculta de este mundo, aquí os dejo uno poema de Ted Hughes que habla sobre su relación con Sylvia Plath:


Caminamos hacia el sur atravesando Londres hasta Fetter Lane
y tu hotel. Frente a la entrada
en el lugar donde cayó una bomba, ahora en edificación
nos agarramos aturdidos
para protegernos y nos metimos juntos en un barril
por una especie de Niagra. Mientras caíamos
en un estruendo de alma tu cicatriz me contó
–como contraseña o nombre secreto–
cómo habías intentado matarte. Y oí
sin dejar ni un momento de besarte
como si lo susurrase una estrella serena
sobre la ciudad que giraba retumbando: Mantente lejos.


Una estrella cobarde. No recuerdo
como llegué de contrabando, enrollado a ti,
dentro de tu hotel. Allí estábamos.
Eras tan delgada y suave y ágil como un pez.
Eras un mundo nuevo. Mi nuevo mundo.
Así que esto es América, me maravillé.
¡Qué bella, qué hermosa es América!



Edurne (Edi)

7 de octubre de 2010

Carta aun Pre-puente

Querido Pre-puente,

Cualquiera diría que la llegada de un puente es un motivo suficiente para dar saltos de alegría. Pues bien, no los doy. No porque no sepa saltar o por la vagancia de levantarme, simplemente, no siento que deba darlos.

Posiblemente la semana que viene a estas horas ya tenga una solución para mi estómago, o mejor dicho, tenga palabras que darán solución a mi estómago. Pero por ahora, debo seguir con dolor constante encima de mi ombligo y comiendo sopitas y derivados. En momentos así afirmo que jamás me haré un pendiente en el ombligo, ¡qué dolor! En cuanto a las sopitas y derivados, estoy perdiendo kilos y más kilos. Creo que cuando camino se van cayendo poco a poco, tal vez sea eso, el caso es que cada día estoy más y más huesuda, incluso Igor me ha dicho que mis mofletes se han convertido en una cara chupadita. Cualquiera también diría que menuda alegría perder kilos así como así. Pero no, la realidad es que la ropa ya ni me está bien, no tengo casi pantalones y de faldas ni hablemos. Podría llevar los pantalones que me estaban bien hasta hace unos meses con un cinturón, pero parecería Fofó. Que un par de tallas menos no vienen mal, lo sé, pero en su justa medida, que parece que voy a bailar break dance con la ropa tan ancha.

No está siendo una semana alegre precisamente. Como decía en el post anterior, ha sido marcharse Jaione y todo ha ido a pique. ¿Se habrá llevado mi suerte? Podría enviármela por correo, un simple e-mail, y de paso dar noticias de existencia. Y no, no va a volver, como muchos me habéis preguntado; o no va a volver pronto al menos. Lo decía porque a parte de mi estómago, una herida de cicatriz se me ha abierto, familiares se han puesto malos, debo seguir yendo a la augtoescuela más de lo que me imaginaba... ¡¡¡Por favor vuelve!!! Espero que lo siguiente a este paso no sea que se cae la uni o algo así, que es casi lo único que queda.

Por otro lado mis predicciones se confirman y des-confirman a la vez. Menos mal que no hay nada para siempre. Bueno lo dejo para otro post. Voy a ducharme a ver si se me refrescan las ideas.

Edurne (Edi)

4 de octubre de 2010

Carta a un Susto,

Querido Susto,

Pues sí. Primero de carrera se terminó. Realmente se terminó el pasado Junio, pero yo sabía que la marcha de Jaione iba a hacer que asumiese 100% que el GRAN curso de 1º de carrera, ya es sólo recuerdos e historia. Ella es la útima de los amigos Erasmus que quedaba aquí. Ahora un país cruzando un pequeño charco es quien disfruta de su presencia. Pero se ha ido con billete de vuelta, por lo que... ¡hasta pronto!

Sabía que su marcha me iba a afectar, la voy a echar muchísimo de menos, todos lo sabéis. Pero lo que no sabíamos ni yo ni nadie es que mientras volaba hacia esas tierras, que aunque no lejanas están lejos, yo me acordaba de ella desde un hospital.

Menudo susto. Hasta hace meses la palabra "hernia" me sonaba de lejos, y la palabra "hiato" ni me sonaba; por lo que "hernia de hiato" ni formaba parte de mi vida. Hace un mes excaso le pusimos nombre al maldito dolor (y derivados...) que sentía en mi estómago. Sí blogueros, vivo con una hernia de hiato dentro de mí. Desde hace varios días mis dolores venían en aumento, pero esta noche esos dolores llegaron muy a fondo. Consecuencia: "Desayunar" en el hospital. Que ni desayuno ni nada, lo más parecido a un alimento que haya ingerido es el gotero que te ponen las enfermeras que desde esas horas de la mañana, se alimentan de chicle. Además, incluso ellas enferman de tanto que pisan un hospital, pues una enfermera tenía según ella "más mocos que una fábrica de caracoles". ¡Qué asco! :D

Bueno, el caso es que sin faltar a mis obligaciones como anfitriona de Cartas a Los Míos, estoy en casa, ya recuperada más o menos y compartiendo experiencias con mis lectores.

Tanto os quiero, tanto comparto, que me he acordado de vosotros mientras el gotero hacía tic-tic-tic y os he hecho una foto. La he tomado antes de que la sangre se empezase a salir por el tubito y se mezclase con el gotero. Lo sé, soy muy agradable contando ésto ^^



Edurne (Edi)