20 de mayo de 2012

Carta 366 días después

Queridos 366 días después,

Han pasado 366 días desde la muerte de mi abuela. "Abuela" y "muerte" son dos palabras que no me gusta leer en una misma frase, ni decirlas, ni oirlas. Mucho menos escribirlas. Hoy hace 366 días que los ojos más bonitos de todo Córdoba se cerraron para siempre.

Cada olor, cada sabor, cada objeto, foto o recuerdo, lleva a mi mente a un viaje donde la realidad y la ficción se confunden. No recuerdo todo lo que ocurrió, ni lo que quise que ocurriese, ni lo que ocurrió y no quise. Incluso, a veces, pienso que nunca exististe. Cuando pienso en un recuerdo agradable, no puedo evitar sino sonreir y encontrarme a mí misma en un estado de tranquilidad incomparable. Pero tras unos segundos mi sonrisa se desvanece, y comienzan los recuerdos de aquella habitación 337B, recuerdos de despedidas, lágrimas imparables, triunfos con poco sentido, fechas desmarcadas. Mi cabeza vive en una realidad paralela, no quiere ni puede admitir que hay vacíos que no se llenan, y que hay caídas de las que es imposible levantarse.

Hace un año que Cartas a Los Míos ondea a media asta. No encuentro palabras que me llenen, ni siquiera frases como "todos pasamos por ello" o "era sólo tu abuela" hacen que me sienta mejor. Esta lucha es sólo mía, debo comprender mis propias palabras, debo aceptar que no siempre en la vida están junto a mí quienes yo quiero. Debo equilibrar demasiadas cosas para volver a ser yo misma y dejar de echar de menos a quien un día fui; y volver a la vida, aunque haya perdido el interés por estar en ella sin ti.  No hay palabras para explicar el dolor que sólo yo sé que estoy sintiendo.

Un millón de palabras no te traerán de vuelta. Lo sé porque lo he intentado. Ni un millón de lágrimas tampoco, ya las he llorado.

Tú, abuela, que quererte ha sido todo lo que he sabido hacer bien en la vida,
Edurne (Edi)

18 de mayo de 2012

Carta sin palabras

Queridas Palabras, No. A veces las palabras sobran. Edurne (Edi)

14 de mayo de 2012

Carta...

Querida...

Deberíamos ser capaces de distinguir entre el amor y la necesidad de no estar sólo.


Queda dicho.

Edurne (Edi)

7 de mayo de 2012

Carta a una Generación Perdida

Querida Generación,

Hasta en la sopa. No hay rincón, ni página web, ni conversación, en la que no se mencione a la Generación Perdida. Se trata de la generación de aquellos que nacimos entre los años 80 y 90. Una crisis mundial y un sistema politico que fácilmente podría ser mejorable, han llevado a mi generación a la... ¿perdición?

Meses me quedan para terminar la carrera, y es entonces cuando me lanzaré al más oscuro de los vacíos. Como yo, muchos han hecho lo que se esperaba de nosotros para prosperar en esta vida y sociedad. Mis padres apostaron por un colegio privado en donde se impartía una educación católica, querían que me formase junto a los que ellos creían los mejores. Aprendí idiomas, viajé al extranjero a perfeccionarlos, y pasé mis horas sentada en academias para mejorar. No repetí ningún curso, y aceptada por dos universidades de cierto prestigio, entré en una de ellas sin ningún obstáculo. Tras dos años entre sus aulas y uno en el extranjero con beca Erasmus, me encuentro con lo siguiente: Nada.

Vale, miento. Me encuentro con una incertidumbre que aún no me quitan el sueño, pero sé que algún día lo harán. Tras mi último año de carrera que a punto está de empezar, tendrá lugar mi graduación. Lo que vendrá después, es un misterio. El Gobierno de mi país, junto con la cuenta bancaria de mi padre, han empleado un dinero en formarme como Licenciada, para después ocupar mi tiempo en la cola del paro. O, en el mejor de los casos, trabajar para otro país con la esperanza de en un futuro, volver a casa. También existe la opción de trabajar de sol a sol por un sueldo mísero durante un tiempo limitado.

Y si me voy, ¿qué ocurrirá con quienes se queden? Miro a mis sobrinos que apenas levantan un metro del suelo, a mis primos, a mis alumnos de primaria, e incluso a las embarazadas que están a punto de traer criaturas a este mundo... ¿qué será de todos ellos? ¿Quién construirá un futuro mejor para ellos? ¿Quién se quedará a apostar por que no les suceda lo mismo que a nosotros?

Dudo de si ha merecido la pena gastar tantas cifras en mi educación, en si ha sido útil estar tanto rato frente a los libros... Mi generación no merece llamarse Generación Perdida. Es una generación destruída por la generación anterior. Dicen que nos lo dieron todo, ¿pero quién lo pidió? También dicen que ni-trabajamos, ni-estudiamos... Os cuento un secreto: la motivación va y la oportunidad van de la mano. Por supuesto, no son pocos quienes se suman al carro de la excusa.

Muchas dudas y preguntas sin resolver. El tiempo me darán la respuesta.
Mientras, os recomiendo el documental Generación Perdida, del programa Documentos TV. Haced click aquí.

Edurne (Edi)