27 de noviembre de 2010

Carta a un Diálogo

Querido Diálogo,


Cuando estemos casados ¿bailarás conmigo? El bailar me parece bastante correcto. ¿Por qué no puedes decir lo que está en tu cabeza?

¿Por qué no puedes dejar de decir lo que hay en la tuya? ¿Por qué tienes que dirigir cuando yo también quiero dirigir? Si quiero bailar te pediré que bailemos. Si quiero hablar abriré mi boca y hablaré. Todos me piden que hable un poco más. ¿Por qué? ¿Qué bien haría si te digo que estás en cada pensamiento que tengo desde que despierto por las mañanas? ¿Qué bien haría si digo que a veces no puedo pensar con claridad ni hacer bien mi trabajo? ¿Qué provecho saldría si te dijera que sólo tengo miedo como los demás cuando pienso que algo puede lastimarte? Por eso estoy aquí sentado. Temo por tu seguridad antes que la de los demás. Y sí, bailaré contigo en nuestra boda.

Ojalá algunos diálogos se pudiesen grabar para siempre.


Edurne (Edi)

1 comentario:

Marcan dijo...

De acuerdo, si eso es lo quieres; pero entrenate. No es lo mismo bailar sin tacones que con tacón alto.
Lo demás, para hacer un buen papel de esposa no necesita entrenamiento.
En hora buena por adelantado.