Querida Carta,
¿Cuántas veces nos habrán dicho de pequeños que cuando seamos mayor entenderemos algunas cosas de esta vida?
De pequeña pensaba que los mayores eran unos aburridos, se pasaban el día colgados del teléfono, llorando porque el príncipe azul jamás aparecía, comiendo verduras y repeliendo las golosinas y el chocolate, saltando de la cama demasiado pronto los sábados, viendo películas en donde los actores no eran dibujos animados...
Los mayores, esos seres caprichosos imponentes de normas, jueces de lo correcto y lo incorrecto,
mandamáses insoportables, todopoderosos de fortunas y desfortunas, entendedores de lo inimaginable... Ellos poseían esa edad y junto con eso también el poder de decir "algún día tendrás mi edad", "algún día serás tú quien esté en una situación así", "algún día serás madre" (y con ello entendería más a mi madre).
Pero sobre todo: "Cuando seas mayor, lo entenderás."
Pues bien, a punto de que en mi DNI ponga que hace dos décadas vine a este mundo, sigo sin entender algunas cosas. Quizás cuando mi madre me decía que cuando fuese mayor lo entendería, se refería a cuando tuviese más de 20 años. O quizás es que hay cosas que simplemente son inentendibles.
Jamás podré entender cómo las personas son tan poco valientes. A menudo veo a quienes cogen una mochila y se van a recorrer el planeta y a hacerse hombres y mujeres de mundo; a quienes se tiran con una cuerda desde puentes altísimos; a quienes pasan sus vacaciones en países considerados 'altamente peligroso' y llenos de conflictos. El mundo reacciona pensando que son valientes, o muy valientes.
Pero posiblemente, muchos de esos 'valientes' no lo sean tanto cuando vayan a tener un hijo enfermo y decidan abortarlo. Más aún si ese hijo es un "accidente". Es impensable para algunas mentes el imaginar sus vidas estropeadas o molestas por la presencia de un hijo.
A veces se nos llena la boca cuando hablamos de tolerancia, igualdad, mente abierta, multiculturalidad... ¿Dónde queda eso?
Algunas personas se sorprenden cuando les digo que no tengo un grupo concreto de
amig@s, estoy y voy y vengo con personas de Argentina, Rusia, Estados Unidos, Yemen, China, Grecia, Francia, Inglaterra, Suecia, España, Rwanda, Namibia, Nicaragua, India, Bielorrusia, Ucrania, Alemania, Italia, Mexico, Camerun, Kazakhstan, y no sigo porque creo que os hacéis una idea. Unos más, otros menos, pero demuestran la palabra amistad.
No voy gritando que soy tolerante, ni me doy un do de pecho, ni me cuelgo medallas por mi mente abierta, ni todo en mi vida se puede considerar igual. No pierdo mi tiempo en eso.
Prefiero perderlo en pasar buenos ratos con mis
amig@s, aprendiendo malas frases y palabras en otros idiomas, viajando a lugares que pocos saben colocar en el mapa, comiendo helado en invierno, riendome hasta que el estómago duela, haciendo malevolencias hasta altas horas, bromeando e infantilizandome con mis sobrinos, escuchando los discursos de mi padre, imitando el auténtico acento andaluz de mi madre, recordando cómo mi niñez sigue jugando en aquella casa antigua de Madrid, no teniendo prisa para que ocurran algunas cosas de esta vida que de seguro sucederán algún día, no creyendo que 19 años son demasiados para hacer otras cosas, disfrutando de oportunidades únicas...
Quizás cuando sea mayor encuentre explicación para algunas cosas.
O quizás no.
Pero mientras viviré todo eso, que sin duda, es único.
Simplemente seré yo.
Edurne (Edi)