4 de septiembre de 2010

Carta a una Suposición

Querida Suposición,

Vale. Está bien. Supongamos que existe. Supongamos que es real. Te desesperas porque el móvil no vibra. ¿Se habrá olvidado de ti? ¿Estará bien? ¿Estará mal? ¿Estará enfadado? ¿Le habrá pasado algo? Te marchas abandonando a la familia y las amistades por llegar a casa y hablar con él por el ordenador porque sabes que a esa hora estará esperándote. El corazón se acelera a medida que las agujas del reloj corren y no hay noticias, llegas incluso a sentir que te ahogas y tu respiración no alcanza a la velocidad de los latidos. No duermes tanto ni tan a gusto sin ese mensaje o esa llamada o esa señal de que se acuerda de ti. Te pones la mejor de tus ropas, te gastas todo el dinero para vestirte como sólo tú sabes, aunque en realidad con cualquier cosa él te verá guapa y te acariciará el pelo incluso en los días en que creas que lo tienes horrible. Y buscas excusas, te mientes, necesitas convencerte a ti misma de que no queda o no te llama porque estará muy ocupado o no podrá a pesar de que se muere por hacerlo. Una forma más de autocomplacerse. El corazón, ese órgano maldito que se congela o se paraliza cuando el móvil suena antes de saber quién te reclama a través de unas palabritas en una pantalla de 2x4.


Pero supongamos que no. Supongamos que él te utiliza. Él no te escribe porque le resultas pesada, o porque ya consiguió que amanecieses en su cama aquella mañana. Supongamos que no te ve porque está agarrando por la cintura a otra y oliendole el pelo que brilla incluso más. O incluso que sus hechos no están de acuerdo con sus palabras, esas que tanto sabe manejar y tan bien utiliza para hacerte reir en los peores momentos.


Aún así, aunque sepas que te hará sufrir, aunque sepas que no dará todo de sí mismo, aunque sepas que algún día se irá ... ¿no es maravilloso el amor?


Edurne (Edi)

1 comentario:

Sophia :) dijo...

Wow Edi, sin palabras, precioso.