26 de diciembre de 2010

Carta a un Pañuelo

Querido Pañuelo,

Y no de mocos precisamente.

Vale.. vale... no es forma de empezar una carta y menos en estas fechas, pero no pondré un feliz navidad por todo lo alto, ni siquiera en mayúsculas. Seré tan sencilla, o tan amargada por si alguno lo piensa, que sólo desearé Feliz Navidad en mayúsculas a quien no es feliz en estas fechas y necesita felicidad. A quien ya lo es, sólo le deseo que termine bien el año y que el siguiente año venga cargado de salud, sobre todo eso. No pienso invadir mi blog de falsos deseos caramelosos, lo siento. Otro año tal vez. Lo único que tengo para celebrar es que el año termina.

Al asunto. Pongamos que por cosas de la vida, no tengo pelo y me pongo un pañuelo a la cabeza. Entonces decido ir a misa. Voy, y me siento. Los de mi alrededor pensarían cosas como "qué lástima" o "pobre chica, tan joven..." Es normal, bueno, entiendo que se pensase eso, vaya.

Pensemos que en lugar de yo misma con un pañuelo a la cabeza, fuese monja. ¿Qué pensaría la gente al verme en misa? Pues que una monja va a misa, como algo común en su día a día. Se le miraría con total normalidad, pues lleva su pañuelo en misión a Dios.

Pero pensemos que esa misión se debe a otro Dios, a otra religión. Ese pañuelo lo llevo porque soy musulmana. ¿Qué pensaría le gente que está conmigo en misa? ¿Qué pensaría la gente en general? El tema daría para largo, para un único blog seguramente. Extraño cuanto menos, ¿una musulmana en una iglesia? Extraviada seguro. Pues no, sólo es ganas de ver y conocer una navidad occidental completamente. Las miradas ya no son de pena, ahora son de rechazo, vapuleantes, extrañas, y no me atrevo a escribir odio.

El 99% de las personas que acuden a misa son cristianos y acuden por voluntad propia, suponiendo así que creen en la palabra de Dios, en el perdón, en la aceptación, en que todos somos hermanos. Pero en cambio, cuesta ver como a un hermano a ese 1%, cuesta darle la mano cuando el sacerdote nos ordena darnos un gesto de paz, cuesta no girar la cabeza y mirarla, cuesta no pensar que hay gente de pie mientras ella está sentada, cuesta decidir sentarse a su lado, cuestan mil gestos. Mil gestos hacia ese "otro". ¿Dónde queda lo que Dios nos ha enseñado?

Esta Navidad no vuelvo a casa, como el turrón del almendro. Eso me hacía estar triste, también el pensar que es la primera Navidad sin una persona importante en mi vida. Pero alguien ha venido a hacerme feliz, alguien ha venido a sacarme una sonrisa, alguien ha venido a hacer que mi Navidad no sea tan triste y me haga ver que aunque el sol se haya ido, sigue habiendo estrellas en el cielo para ver. Ha venido durante estos días a mi casa, a mezclarnos con el idioma, a hacernos reflexionar que "el otro" no es tan diferente a nosotros. Incluso pensé en ponerme un pañuelo para ir a misa y compartir con ella esas miradas, pero ante su insistencia de que no lo hiciese, se llevó ella todas las miradas.

Y esa persona, lleva pañuelo.




¡Gracias!

Edurne (Edi)


PD: Lo que hace llevar un pañuelo.... Malditas mentes cerradas...

3 comentarios:

Marcan dijo...

¡Feliz Navidad! También para la del pañuelo.

Miriam dijo...

Buena reflexión
Feliz Navidad a las dos¡¡¡

Anónimo dijo...

Una entrada preciosa Edurne. Los prejuicios, son muy peligrosos y siempre están equivocados, al menos ésa es mi experiencia.

Espero que ambas paséis una Santa y Feliz Navidad.

Un abrazo.