11 de abril de 2013

Carta a un incidente

Querido Incidente,

Hay dos cosas que no tolero en esta vida: Las personas racistas y las personas que maltratan a las personas mayores. Si se juntan las dos cosas, no quiero contaros el resultado. Digo ésto, porque recientemente he vivido un episodio que me trajo un disgusto en su momento y un mal rato cada vez que lo pienso.

Me encontraba en un aeropuerto internacional de gigantesco tamaño. En la terminal en la que estaba, despegan y aterrizan diariamente aviones a destinos como Pakistan, Jordania, Arabia Saudi, etc. Cuando iba a pasar el control de seguridad, una trabajadora del aeropuerto dirigía una silla de ruedas en la que iba sentada una señora pakistaní de unos 80 años. La trabajadora del aeropuerto, comenzó a hacer burla de la situación, quejándose sobre la ignorancia de la mujer al no saber hablar inglés, la molestia que le surgía al tener que utilizar la internacional lengua de los signos para explicarle a la señora que debía quitarse el abrigo y los objetos metálicos para depositarlos en la bandeja, y la horrible sensación que le causaba el simple hecho de tener que dirigir su silla. Además, miraba a todos los que estábamos alrededor, con el fin de que compartiéramos su risa y nos uniéramos a sus burlas.

Miré a la señora pakistaní. Vi en ella a mi abuela, a mis abuelas. A mis tías. A mis amigos y compañeros musulmanes. O a quienes son de otro país. Sentí que de haber sido esa señora mi abuela, la trabajadora del aeropuerto hubiese tenido que dormir en un hospital aquella noche. 

Decidí acercarme a dicha trabajadora y mostrarle mi opinión. Con claridad y con el respeto que ella no estaba teniendo. Con el inglés que yo sí hablo. Sólo le comenté que no me parecía correcto el trato que estaba teniendo a esa señora, que no todos hablamos inglés ni los mismos idiomas. Que si es mayor, deberá tener más paciencia con ella y ofrecerle ayuda. Y que si no le gusta tratar con ese tipo de personas, no comprendo qué hace trabajando en un lugar como ése.

No le di opción a que me respondiese. Crucé el control, y me marché. Le conté esta historia a una persona cercana a mí, y sólo me contestó que estaba bien el intentar defender a esa señora pakistaní, pero que aquél no era mi asunto y tenía que haber seguido mi camino evitando meterme en algún lío.

Bien es cierto que siempre voy por mi camino y evito meterme en circunstancias que no me convienen. Pero no pude evitar el no pronunciarme ante aquella situación. Todos queremos construir un mundo mejor, un lugar solidario y agradable, en donde no haya racismo ni xenofobia ni nada parecido. ¿Acaso no hubiese estado contribuyendo al racismo y trato despectivo hacia esta señora pakistaní si hubiera seguido mi camino y hubiese pensado únicamente en mí? ¿Es ésta una sociedad individualista en la que no debemos defender ni detener las injusticias por no meternos en problemas ajenos? ¿Mi mirada hacia otro lado no hubiese sido un apoyo al racismo de aquella trabajadora? 

Me siento mal conmigo misma. Tengo una espina interior que no me permite relajarme cada vez que pienso en aquello. De haber seguido de frente sin intervenir, hubiese estado fallando a mis abuelas. Llevar velo o no llevarlo, el respeto no se gana según por cómo nos vistamos. Aquella mujer no decidió nacer en Pakistán. Ni yo decidí nacer aquí mismo. 



Edurne (Edi)

2 comentarios:

eligelavida dijo...

Aplaudo tu actuación y me encanta que relates este acontecimiento. A muchos puede parecerles nimio, sin embargo, es muy significativo. No sólo está la cuestión del desprecio de la empleada del aeropuerto. También está el silencio de los buenos, de los que no hacen nada.

Pienso sinceramente que, aún en el caso de que la trabajadora no tenga en cuenta tus palabras, la mujer pakistaní habrá detectado tu solidaridad y seguro que se ha sentido más reconciliada con la raza humana.

Juan Pablo II se preguntaba, repitiendo las palabras de Caín: ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano? Y respondía: Sí, cada hombre es guardián de su hermano, porque Dios confía el hombre al hombre.

Fran dijo...

Que bien que hayan personas como tú.
Es increíble que encima haya que defender esta postura.
¿No hay más cartas?