17 de febrero de 2015

Carta a una culpa

Querida culpa,

Y de querida nada. Porque me siento culpable y no le guardo el mínimo aprecio a ese sentimiento. La razón es muy sencilla: destrocé la vida a una persona. Para siempre, se la destrocé.

Sé que os preguntáis qué fue lo que hice. Pues no hice nada. Eso fue lo más grave, que no hice nada. Fui un verdugo miserable ante el dolor y el acoso que Laura sufría diariamente en el colegio. Insultos, peleas, acoso, humillaciones y hasta vejaciones. De diario, día tras día, de 8.00 a 17.30, a veces incluso después de esa hora. Ni qué mencionar sobre las excursiones.

Malditos hijos de puta todos. No me libro, pues presencié eso y ni un dedo moví. Era "supervivencia", o lo que yo creía que era salvarme el pellejo en ese momento. Luego nos dábamos golpes de pecho en la iglesia, haciendo ver que somos buenos cristianos y mejores personas. Pero eso no es ser humano, ni ser persona. Eso es ser basura.

Porque un día pudo haber sucedido que Laura hubiera cumplido sus amenazas terminando con su propia vida. Era gordita para unos, fea para otros, no sabía comportarse como los demás consideraban "guay" y tenía un estilo particular en el vestir. Quisiera ver piedras lanzandose por quienes presuman de ser perfectos. ¡Pero qué importa cómo era Laura! ¿Quién tiene cuerpo perfecto? ¿Cómo va a saber comportarse si nadie le ayuda a socializar ni a integrarse? ¿No es ya bastante original tener un estilo propio de vestir?

Que me perdone Laura, si algún día lee ésto. Y que me perdonen sus padres, a los que quizás un día hubiera tenido que ver llorar en un funeral por el que yo no hice ningún impedimento por que no sucediera.

Destrocé una vida, aunque fuera con un granito minúsculo de arena.

"Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada." Edmund Burke.


Edurne (Edi)

No hay comentarios: