9 de marzo de 2010

Carta al Momento Kanheeta

Querido Momento Kanheeta,

Ayer me encontraba un comentario de Maider en el que me decía que se estaba acordando del Momento Kanheeta. Este momento, es uno de esos momentos que si lo recuerdas en un día un poco triste, te alegras enseguida. Por eso me apetece contarlo en el blog, porque me apetece alegrarme contándolo y porque merece ser escrito.


Era Julio de 2008 en Portland, OR, USA. Fuimos Maider y yo, con más compañeros, a aprender inglés durante ese mes. Pasamos allí el mejor verano de nuestra vida, puedo asegurarlo, y dos días antes de volvernos a España, y mientras nuestros compañeros hacían Rafting, nosotras disfrutabamos del paisaje del desierto de Kanheeta. No puedo colocarlo exactamente en un mapa, pero cada vez que pienso en que estabamos las dos por aquellos sitios perdidas, pienso que estabamos locas.


La temperatura sería de unos 40º, y teníamos que subir unas cuestas enormes a pleno sol para llegar al autobús y reunirnos allí con todos los demás compañeros. Estabamos perdidas, pero todo se solucionó tras preguntar a unas adorables yankis que nos indicaron muy gustosamente el camino. Así que a subir más cuestas. Desde ese instante empezamos a sentir una enorme sed, imagináos subiendo una carretera con cuestas empinadas, al sol y sin agua. A todo ésto añadámosle, que me dolía un pie e iba cojeando.


Por fin llegamos al autobús, al típico autobús amarillo americano en donde pone 'School Bus' en el frontal. Estabamos en un 'pueblo' de una única calle con varios bares y tiendas. Ambas moríamos de sed, el autobús estaba cerrado y no teníamos ni un dolar para ir a comprar bebida. Así que decidimos probar suerte en una especie de 'badulaque' en donde vendían bebidas, helados, había ordenadores, cabinas... En Estados Unidos, cuando vas a un bar/restaurante a comer, la bebida te la sirven totalmente gratis y puedes saciarte a beber lo que quieras cuanto quieras. De modo que supuse que no encontraría inconvenientes en que la dependienta del 'badulaque' me diese un vaso de agua (me moría de sed os lo prometo). Pero la chica me dijo que la bebida había que pagarla, y una botella de agua costaba 1$.


¿Qué hacíamos entonces? Asaltar el autobús (donde estaban nuestras mochilas con el dinero). La puerta del autobús estaba cerrada pero varias ventanas estaban abiertas. Así que Maider apoyó un pie en la rueda y yo le empujé del culo hasta que consiguió colarse en el autobús.


Imagináos la situación: Maider intentando pasar por la ventana mientras hubo un momento en el que se quedó atrapada y ni para adelante ni para atrás, y yo empujándole del culo para que pasase por una minúscula ventana a dos metros de altura, mientras las dos nos partíamos de risa.


Por fin consiguió colarse y coger dinero. Pero ahora el asunto era bajar del autobús. Entonces vimos que la ventana del conductor estaba abierta y estaba a un poco menos de altura. No podía bajarse porque aún así era mucha altura y podría haberse roto algo o desgraciarse la pobre Maider. Sin saber lo que momentos después iba a sufrir, me ofreci a cogerla a hombros y de ahí ya era más fácil que saltase al suelo.


Así que cuando ya estaba sentada en mis hombros, se sentó encima mío. Por instantes creí que encogía...¡cómo pesa la jodida! Mis piernas temblaban y yo intentaba entre bajarla al suelo y que no nos cayesemos las dos ni hacernos daño. Cuando consiguió ponerse de pie y que a ninguna nos ocurriese nada, vino el momento de partirnos de risa; aún me acuerdo y me sigo partiendo. ¿Qué pensaría quien nos viese?


Era el momento de ir a por agua. Volvimos al 'badulaque' y pedimos cada una un botellín de agua, un helado de los más grandes y yo una coca-cola porque soy adicta a ella. Mientras la generosa dependienta de antes nos servía el helado, nos bebimos los botellines de agua casi de un trago. No sabía lo mal que se pasa cuando se tiene tanta sed... Cuando nos fue a cobrar, la dependienta me dijo: "You can take the coke as free." Es decir, me regalaba la coca-cola.


¡¿Estamos locos?! ¡No era capaz de darme un vaso de agua pero sí me regalaba una coca-cola! jajajajaaj... Todo supo a gloria.


Finalmente descubrimos que la puerta del autobús estaba abierta y sólo hacía falta empujar para abrirla. Y mi pie tenía un esguince que seguramente Maider empeoró cuando casi me aplasta....


Vaya aventuras. Era Portland, el mejor mes.



Edurne (Edi)




¡Qué bueno es reirse de uno mismo!

1 comentario:

Luis y Mª Jesús dijo...

Desde Luego que merece la pena contarlo y recordarlo!.

Aprovechando que el pisuerga pasa por Valladolid... te pregunto por sitios fiables donde mandar a unos adolescentes muy buenos chicos a aprender inglés y que no se corra el peligro de que vuelvan guays.
Un beso