13 de noviembre de 2011

Carta tras un año

Querido Año,

Hay días en los que pienso que fue ayer, y otros en los que nunca ha sucedido. Pero hoy, hace un año, la realidad me daba un puñetazo de frente. Hoy los tontos aparcados en segunda fila deberían cerrar la boca.

365 días, sin faltar uno, en los que he pensado en ti, en nosotras. Sé que yo no era tu preferida, ni tampoco tú eras la mía, pero eso no implica que no nos quisieramos. Dicen que nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. En mi caso fue hasta que estuve a punto de perderlo. Recuerdo cada llamada a primera hora por mi cumpleaños, cada navidad, cada postal, cada visita, cada sonrisa, cada lágrima, cada enfado. No puedo recordar lo que nunca sucedió. Sin embargo, todos esos recuerdos juntos me saben a poco. Atrás han quedado los momentos en Madrid, las tardes junto a la estufa. Ni siquiera la sopa de pollo ha vuelto a estar tan rica. Aunque si hay un modo de recordarte, será con una sonrisa.

Este año, ha sido un tiempo de pensamiento, de silencio, de reflexión. Ya de nada sirve lamentarse por no haberte conocido más, por no haber pasado más momentos y por no haberme esforzado más en comprenderte. Con tu marcha aprendí que la vida se vive una única vez y que hay momentos que no vuelven nunca. Me diste la lección más grande que podías haberme dado. Me enseñaste que a mi lado tengo a una persona con un corazón que vale un mundo y que debo saber apreciarlo.

Nadie puede pedirme que no esté triste hoy, o que no llore. Hoy no hay demasiadas palabras, aunque mucho que decir.

Edurne (Edi)

No hay comentarios: