14 de marzo de 2010

Carta al Revés


Dicen que voy al revés del mundo, que hago lo que me da la gana, que soy rara. La verdad es que son sólo excusas de gente del montón que desearía salir de él y destacar por algo innato. O igual es una excusa para calmar mi conciencia. Qué más da.



Me gusta ver películas y después leer el libro. Para qué lo voy a negar, me gusta releer e imaginar a los personajes haciendo las tramas de los libros, y releer párrafos, y volver a imaginar, y volver a sentir... Mi profesor de lengua me discutía que haciéndo eso estoy leyendo el libro con una imagen y opinión predeterminada y no me deja disfrutar del libro. Pero lo que no sabe es que ese libro tiene el éxito asegurado.



También me gusta tener las manos frías, que no frío en las manos. No, no es lo mismo, pensádlo bien. Por eso soy enemiga de los guantes y no me molesta hacer una guerra de bolas de nieve sin ellos, aunque sí me molesta que las bolas de nieve me den... Lo que sí que no me gusta es que quien no es de mi agrado me toque las manos, o quien no tiene uñas porque se las muerde/come/arranca...



Soy una obsesa de los chupa-chups. Cuando iba al colegio, cada mañana compraba uno y me lo comía de camino. ¡Ah! Cuando iba al colegio tenía la manía de salir de casa a las 7'42h exactamente, ni antes ni después. No me gusta que me manden que tire un chupa-chups pero no un chicle, por eso solía pasarme las horas de informática en la calle porque me negaba a tirarlo. A veces el chupa-chups era la excusa para no ir a informática, y la clase de informática era la excusa para comer un chupa-chups.



Me despierto un segundo antes de que mi despertador suene, para apagarlo al segundo de que suene. Mi despertador es mi móvil, y el 80% de las veces que uso mi móvil es de despertador.



Conozco a mucha gente. Soy capaz de acordarme de qué día conocí a cada persona, cuál fue la primera conversación que tuvimos, qué llevaba puesto aquel día, que hice aquel día, dónde estabamos, y soy capaz de acordarme de momentos insignificantes de los que nadie jamás se acordaría. También reconozco los olores de las personas, y sé distinguir cómo huele cada uno.

También tengo hipo todos los días incluso varias veces al día. Ya tenía hipo desde que estaba en la tripa de mi madre, algo que para ella era muy molesto. Al nacer lo primero que tuve fue.... hipo.

Puedo pasarme horas en una librería viendo libros y leyendo la parte de atrás. Odio cuando las dependientas me dicen: "¿Necesitas que te ayude con algo?". Me molesta, es como si te dijesen: "Si no vas a comprar nada, vete."

Cuando voy a un examen y pienso previamente que voy a suspender, lo suspendo. Sé que el remedio sería pensar que voy a aprobar, pero si sé con certeza que lo voy a suspender, ¿para qué engañarme?

Me encanta ir por mi ciudad y acordarme del día que estaba sentada en aquel banco con mis amigas y nos reímos de aquello, o del día que me encontré en aquella esquina con aquella persona, o del día que quedé en ese sitio con aquella persona y estuve rato esperando...

También me encanta hablar con todo el mundo que me cae bien y me parece agradable. Me da igual si son compañeros, profesores, amigos, conocidos... Hablo con todo el mundo, todos tenemos algo que decir. No es que sea sociable como la que más, pero si no se habla no se conoce a nadie.

No suelo desayunar, pero si me tomo algo tiene que ser de pie. No me gusta ni comer ni cenar sola, y mucho menos me gusta hacerlo viendo la televisión, porque al fin y al cabo es lo mismo que si estuvierse sola. Nunca mezclo la comida aunque no me da asco hacerlo, siempre me como todo con un orden de prioridad, tragando primero lo que menos me gusta.

Puedo ser rara, no lo sé. Y podría escribir muchas rarezas como estas.
Como casi siempre, voy al revés del mundo.
Pero no siempre, por eso hoy no firmaré, y como esta carta va al revés...


Querida Carta al Revés,


2 comentarios:

Luis y Mª Jesús dijo...

Creo que eres muy al derechas.
Lo del hipo es una gracia, no suelo tener hipo pero cuando lo tengo termino agotada.
Tener manías tiene el encanto de renunciar a ellas cuando molestan a los demás, así que vete preparándote porque el "yo soy así" y me tienes que aceptar es mejor reducirlo a lo esencial.
Con el paso de los años adquieres cintura o te quedas rígido y encorsetado, elige.
Me encanta como eres.
Tampoco me gusta usar guantes y siempre tengo las manos y los pies helados, quizá si usara guantes me solerían menos las manos, pero....
Un beso

Marina dijo...

ME HA ENCANTADO ESTA CARTA, Edi!

Yo duermo siempre con la ventana un poco abierta, aunque sea invierno y estemos pasando por una ola de frío polar. ;)