12 de febrero de 2011

Carta a un catálogo

Querido Catálogo,

Pues será que me he vuelto loca.

Fue un día duro, el de hace unos días me refiero. Duro no es la palabra, fue, difícil. Volvía de clase, y pensaba en lo más relevante que había ocurrido durante ese día. Nadie recuerda los momentos irrelevantes.

No lo entiendo, entre esos recuerdos estaba esa chica. Esa a la que juega cada mañana a pasar su catálogo para elegir ropa. No sólo eso, pasa catálogo para elegir el coche en el que le llevará su chófer a clase. O es probable que pase catálogo para elegir set de maquillaje o peinado. Pasa cátalogo para decidir lugares afrodisíacos o países lejanos con capitales que ni sabía que existían para ir en las próximas vacaciones. Y pasará las hojas del catálogo del caro restaurante al que ir a comer cada día. Quizás ella misma sea parte de un catálogo de alguien que la quiera para una hora en cualquier hotel de media estrella.

Y mirando por la ventana del autobús, ese incómodo cachibache que me lleva y me trae cada día a clase, superando atascos y accidentes, compañeros de asiento gordos y grandes que hacen que me clave en los costados el marco de la ventana, que roncan o huelen mal, que me obligan a llevar la chaqueta puesta por falta de espacio para quitármela, y mi mochila en mis rodillas; pensé. Pensé en cuánto tiempo hace que me pongo ese jersey beige para ir a clase, en por qué no busco una tarde y me compro unas botas que conjunten y no se estén rompiendo como las mías. Pensé en por qué no le dedico tiempo a mi escaso pelo en hacerme un peinado decente y diferente. También pensé en cuándo iré a a ver a mis sobrinos, a mi abuela, a mi hermana, a mis primos, a tantos... El lugar para verles no es tan elegible. Para comer, bocadillos de tortilla de ayer de la cafetería de la uni.

Continué pensando. Yo no tengo ningún catálogo dónde elegir. Porque qué importa en qué medio ir a clase lo que importa es que voy a clase, y qué importa cuánto tiempo tiene mi jersey beige si con él y con mis botas he recorrido medio mundo y he pasado mil aventuras llevándolos. Mi pelo, el de siempre, el natural, y mi cara, la de siempre también, nada de maquillaje barato que me haga parecer acartonada. Y no importa el lugar en el que vea a mi familia y amigos, mientras les vea. Los bocadillos, siempre bien acompañados.

Bueno, lo admito. Sí tengo un catálogo. Tengo un catálogo enorme, lleno de momentos, risas, fotos, bromas, compañeros, amigos... y os aseguro, que es realmente difícil quedarme con uno sólo. Me pregunto si quien tiene más de uno, tiene uno como el mío.

Será que me he vuelto loca.

Pero ni necesito ni quiero más catálogos.
¡Con él soy feliz!

Edurne (Edi)


[FOTO]: Algunos de esos momentos del catálogo, de ayer concretamente. Encontradme, como a Wally.






1 comentario:

Miriam dijo...

Yo he encontrado en internet un catálogo genial de cartas
Que tengas genial semana¡¡
(geniales las fotos¡¡)